Es la principal conclusión de un reciente informe elaborado por Mitchell, compañía estadounidense especializada en tecnología para la gestión de siniestros. Entre las razones, el tiempo y recursos adicionales que hay que dedicar a la manipulación de un vehículo con una batería de alta tensión, y el valor medio más elevado de unos coches que incorporan sistemas tecnológicamente más avanzados y caros que los de combustión.
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